«Quien haga algo de cara a la galería, no va a estar a gusto y tampoco el público»

El gaitero asturiano se inspiró en Nueva York para su nuevo disco, que presenta el 5 de noviembre en la sala Galileo de Madrid Bras Rodrigo. Músico

Bras Rodrigo (Perlora, 1978) lleva una vida entera dedicada a la gaita. Desde 2005 se ha hecho asiduo al desfile de San Patricio de Nueva York, primero con la Banda de Gaitas de Corvera, ahora como coordinador para Europa de esta celebración. De esta ciudad nace su nuevo trabajo discográfico, ‘A pause in New York’, que presentará el 5 de noviembre en la sala Galileo de Madrid.

-¿Qué ofrece Nueva York a un gaitero?

-Siempre pensaba que el Arco Atlántico empezaba en los países escandinavos y acababa en el gallego y la primera vez que fui a Nueva York en el año 2005 al desfile de San Patricio me encontré con una ciudad atlántica, celta, donde los irlandeses son la comunidad más numerosa. Indagando más, vi que toda la costa este de Canadá y EE UU es un continuo del Arco Atlántico.

-Sus indagaciones le llevaron a la tribu de los lenapes.

-La actual Manhattan estaba habitada por la tribu lenape de nativos americanos. Los colonos holandeses les compraron la isla por 24 dólares y en ‘agradecimiento’ los exterminaron. Me pareció una historia maravillosa y triste a la vez y por eso titulo el disco ‘A pause in New York’.

-Tiene una relación larga con la ciudad. ¿Su eclecticismo se refleja en el disco?

-En el tema que da título al disco hay cánticos indios. También hay ritmos electrónicos, pop rock. Hago lo que me gusta. Si luego gusta a los demás, como creo que está pasando, pues mejor. Quien haga algo de cara a la galería, no va a estar a gusto y tampoco el público.

-¿Ese gusto por las músicas diferentes proviene también de Nueva York?

-Ya lo traía de casa. Intento impregnarme de la cultura de los lugares que visito y siempre te va quedando algo. Pero el gusto por la electrónica y por otras música ya lo tenía antes.

-¿Hay alguna que no le guste?

-Hay músicas que no me gustan nada, que son tradicionales y mucha gente no lo sabe, y que son por las que están apostando ahora las grandes discográficas: el reguetón y el trap, que es música tradicional, pero de Puerto Rico. Tienen letras que denigran a la mujer, que la ponen como un objeto sexual, pero como lo dicen en ‘spanglish’ la gente no se da cuenta de lo que están cantando. Si lo dices en castellano o asturiano igual acabas en la cárcel.

-En el nuevo disco se nota que lo que no pierde son las raíces.

-Siempre hay un pegoyu que está fijo y todo gira en torno a él. Bebí de la fuente de la música tradicional, empecé a tocar la gaita a los cinco años y es lo que hago: lo que me gusta, pero siempre con mi referente, que es la música tradicional, no solo la asturiana sino de cualquier parte del mundo.

-¿Es difícil salir del encasillamiento al que someten a los gaiteros?

-Sí, totalmente. Pero es muy difícil sobre todo aquí, en Asturias. Porque tú vas a cualquier parte con la gaita y la gente flipa para bien. Incluso te preguntan que cómo no hay promoción. Cuando se apostó por esta música dos gaiteros vendieron un millón de copias, uno gallego y otro asturiano. Hay un encasillamiento y un cierto malditismo en torno a los gaiteros.

-¿Quienes ofrecen más resistencia, los que tocan o los que escuchan?

-Eso siempre lo hay, es muy asturiano. Pero luego triunfas fuera y te reciben con la alfombra roja. Es muy asturiano que al que intenta salir de aquí le rompan la cabeza, pero eso, el purismo con la gaita, no me preocupa. Si Joaquín Cortés o quien sea presenta un espectáculo de flamenco, la primera que está apoyando es la presidenta de la Junta de Andalucía. ¿Viste aquí al presidente alguna vez con un gaitero? Nunca. Hay una parte de la sociedad asturiana que cree que lo de aquí es una cosa paleta.

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